martes, 20 de agosto de 2013

Abundáncia

Vivir una gran vida. Que no falte de nada. Buena comida, sana, variada y sabrosa. Una vivienda fresca en verano y calentita en invierno, donde quepa lo necesario y todas esos bibelots, que sea maja y duradera y en la que quepan niños sin estar hacinados. Una salud fuerte o medios al alcance que permitan mantenerla. Un trabajo agradable en el que apetezca estar. Hasta ahí, creo, estamos todos de acuerdo en que molaría tener todas estas cosas solucionadas. Comida, vivienda y sanidad.

Si miro la circunstancia terrícola bajo ese punto de vista, veo que hay una parte considerable de la población humana a la que le faltan las tres cosas: comen, si comen, arroz o potajes inventados por el hambe, viven en cabañas, si es que las tienen, y sobre todo tienen una salud de mierda, tienen plagas.

También veo a una escasísima parte de la humanidad que todavía vive, aunque parecen bastante felices en los documentales, en plan tribal. Ignoro si a estas pintorescas tribus les falta comida o se conforman con su dieta de frutos del bosque, sus hogares manufacturados con materiales de los alrededores  y los remedios que les da la Naturaleza. Si lo son, seguramente habrá mucho que aprender de ellos. Y sobre todo, respetarlos. Luego veo a otra parte de la población pasándolas putas después de guerras, crisis económicas, vaivenes políticos, corruptelas varias, abusos de poder, explotación ajena, gobiernos fanáticos, o ladrones, o todo a la vez y en fin sistemas arcaicos que derivan la organización de su sociedad a personas que no piensan en el bien general. Esa parte de la población tiene suerte si disfruta de una de las tres cosas en las que hemos estado de acuerdo en que son básicas para vivir una buena vida: comen más o menos bien aunque el menú es reducido, viven en una casa destartalada que se cae a trozos, cuesta llegar a pagar la factura del agua, la luz, etc

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