lunes, 15 de abril de 2013

REPETICIÓN

Me pregunto qué clase de combinación astral habría cuando empecé a escribir este blog. Y qué es lo que ha cambiado. Creo que me he decepcionado, que he perdido la esperanza. Suena fatal, lo sé, hiperdramático. Con lo bonito que fue tener confianza en la Humanidad, en su sentido del conjunto, su responsabilidad, su imaginación y potencial. Casi lo vi, casi lo toqué. Me fue posible, por un momento, visualizar un mañana organizado al servicio del cerebro humano, por su evolución, su desarrollo. Un mañana en el que entendíamos nuestra existencia, en el que aprendíamos a sacarle beneficio, no como frutas estrujadas que dan zumo, si no como árboles que generan esos frutos. No sé si me explico.

Procuro hacerlo lo menos posible, pero hoy he visto el telediario. Por sí solo, eso ya basta para tirarse de los pelos y ponerse en plan negativo, angustiarse por el mundo que vivimos. Es de locos. Los líderes del mundo son personajes que parecen sacados de un cómic. Enfermos mentales. Megalómanos. Prostitutas. Representantes, dicen. ¿Y qué representan? El egoísmo, la avaricia, la mentira, el teatrillo. Una función. La misma noticia con caras nuevas. ¿Cuántos Madrid-Barça se habrán jugado ya?, ¿cuántas niñas se han raptado?, ¿cuántos chiflados han  tenido al mundo en sus manos?, ¿cuantos imbéciles han representado el mismo rol?, ¿cuántas veces se ha vendido la misma moto?, ¿cuántos dictadores han cambiado de disfraz?, ¿cuántas revoluciones sexuales vamos a vivir? Es aburrido. Repetitivo. Absurdo. Lucrativo. Y lo peor: es estúpido. Que la tele te lo venda y utilice la información es una cosa, y otra muy otra es que, interpretaciones a parte, eso esté, de todos modos, sucediendo.

El pensamiento de moda es el pensamiento a la contra, como vemos estupendamente REcreado en la televesión. En realidad no hay debate, si no vueltas y más vueltas a la misma cosa. Lo que se llama marear la perdiz.  Y esto se refleja muy bien en la sociedad. En las convesaciones que tenemos. En las opiniones que manifestamos. En lo que hacemos. Estamos tan acostumbrados a que nos digan qué es lo que tenemos que pensar, que cuando nos toca hacerlo por nosotros mismos sólo se nos ocurre ponernos directamente a la contra y allí encontramos lugar seguro, en el que, nuevamente, el pensamiento es único. La objetividad, la perspectiva, la perdimos por el camino. No me refiero a opiniones sobre temas concretos si no a las grandes corrientes de ideas que flotan en el aire. Siempre hay dos, ¿no se han dado cuenta? Dos direcciones (izquierda o derecha, lo del centro siempre cojea, dicen) Dos bandos. Contrarios, irreconciliables.

Por los tiempos de los tiempos. Once again. Y otra, y otra. Como un disco rayado. Y la casa sin barrer. Y el dinero, siempre para los mismos. Cada vez más tontos, pero con los deditos muy ágiles.

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