miércoles, 12 de octubre de 2011

Kasa okupada, casa enlatada?

Hace mucho tiempo escribí un pequeño poema en la revista VACÍO titulado "Kasa okupada, casa encantada" o algo así, que además salió hasta en un libro sobre la globalización, sin mi conocimiento, por cierto. En aquellos momentos tenía bastante contacto con La casa de la Muntanya, Los Blokes Fantasma y El Palomar, emblemáticos centros okupas de Barcelona. Estoy hablando de mediados de los noventa, cuando la gente empezaba a aceptar la tecnología de la telefonía móvil y el uso doméstico de las computadoras, cuando Internet aún causaba rechazo. Y es que la novedad aterra al terrícola común. 
Fue entonces cuando un puñado de valientes okuparon el Cine Princesa, en pleno centro de la ciudad, con su pronto desalojo. También estaba en danza La Hamsa, en el barrio de Sants. Y algunas otras más, como Kan Titella o Les Naus, en el barrio de Grácia. Era un buen momento para la okupación. Había manifestaciones de apoyo al movimiento bastante multitudinarias y la asistencia a los eventos organizados en los centros sociales era notable. Era la respuesta de la ciudadanía a la especulación de la vivienda. Y también era una buena solución a la escasez de continentes de inquietudes culturales. Se puso de moda. Y así los CSO (Centros Sociales Okupados) empezaron a recibir propuestas que se alejaban de los tópicos punkikumbas catalanoides y exploraban nuevos aires más eclécticos, cercanos en esencia a los que se desarrollan en ciudades europeas en las que la okupación está mejor instalada en la sociedad.
Dos elementos cortaron radicalmente ese flujo que empezaba a fluir y que nunca sabremos cuantas cosas interesantes podría haber aportado al arte y al espectáculo, a la cultura y al entretenimiento. En primer, y destacadísimo lugar, la acción efectiva y despiadada de las autoridades. No queda la menor duda que ese fue el gran cuchillo que cortó la tarta hasta dejarla en migajas. Pero en segundo lugar estaba, y está, ese aburrido tufillo pueblerino, provinciano, anticuado y aguafiestas que desprende lo políticamente correcto y que contagia hasta al más rebelde de los grupúsculos en esta cuadriculada ciudad. Las insoportables asambleas. Las ideas enlatadas de los autocomplacidos estudiantes de la Uni. El interminable Mayo del 68. El miedo a no seguir el ideario imaginario de lo que mola y lo que no. Lo ortodoxo, al fin y al cabo. El terror a romper con el pasado. La falta de imaginación para inventarse un nuevo presente. Etc. 
Cuando estaba ya muy claro que el movimiento okupa iba a ser prácticamente descuartizado, recuerdo haber pensado que no toda la culpa era externa. Recuerdo haber intuído que los indepes de barretina, los anarkomunistas y los estudiantes con Guy Debord bajo el brazo iban a colaborar con ello, sin pretenderlo,  con sus ideas en fila. Y así ha sido.
Las kasas okupas pueden contarse con los dedos de una mano. 
Ningún movimiento estético, cultural, artístico, ha surgido.
Las ideas asamblearias, mayosesentaocheras, indepes, pasadistas y aburridas siguen su libre curso, porque no representan, en realidad, ninguna amenaza para el sistema.
Me aburro.




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